Una Familia Fuera de Serie



Chema y María José tienen nueve hijos, dos naturales y otros siete ‘adoptivos’, todos fruto del amor
Personas con problemas mentales, con historias de abusos, adicciones, prostitución...
Esto no es solo un piso de acogida en Cáceres, sino una gran familia que vive, sueña y va de vacaciones junta.


El 6 de abril de 1993, decidió que ya no quería volver a ser zapatero, ni celador ni camarero y aceptó la propuesta que le había hecho el padre Ángel, líder de la organización Mensajeros por la Paz, al que llegó a través de unos amigos comunes y del que después se desligaría para fundar Nace, su propia asociación. Aquella mañana de hace 18 años, él y su novia María José, diplomada en Magisterio y Educación Social y aspirante a funcionaria, recibieron en casa a ocho niños con discapacidad psíquica procedentes de hogares marginales. 
De aquellos ocho primeros, hoy siguen con ellos cuatro, más otros tres que fueron llegando después.





El día que Tomás vio su nombre y sus apellidos luciendo en un buzón, lloró. Buscó a su hermana Sole y la abrazó mientras gritaba: «¡Mira, mira! ¿Has visto? Están nuestros nombres… ¡Tenemos una casa! Pone tu nombre y el mío en vez de Junta de Extremadura». Lloró él, lloró su hermana y lloró María José Pérez, que no es la madre, pero como si lo fuera. Tomás (29 años) y Sole (36) son oligofrénicos, su capacidad mental no llega ni a la mitad de la de una persona sana, presentan rasgos de raquitismo, y él también de esquizofrenia. Los dos nacieron bajo el mismo techo, pero hoy les protege otro mucho más limpio, sano y feliz. Son dos de los once ocupantes del único piso tutelado de España en el que no hay cuidadores que entran y salen de casa en función de sus turnos. Aquí, quienes vigilan, ayudan, educan y mandan son Chema Tovar y María José Pérez (ambos de 46 años), casados, padres de dos hijas biológicas y también, aunque de otra manera, de siete adultos con un doble hándicap: son discapacitados mentales nacidos y criados en familias muy problemáticas. Los siete que convierten en un hogar especial esta casa unifamiliar de cuatro pisos ubicada en un barrio residencial de las afueras de Cáceres son, además de Tomás y Sole, Mini (la mayor, 46 años), José (38), Maribel (31), Vanesa (27) y Bea (22). Todos nacieron marcados desde el minuto cero, pero el factor distintivo, lo que acabó de torcer los renglones de su vida, fue el ambiente en el que empezaron a crecer. ‘Familias desestructuradas’, según los informes con sello oficial. Tras el tecnicismo, historias de violencia física y psíquica, abusos sexuales, abandono, adicciones, desamparo, prostitución... «No es que la historia de estos chicos sea todo lo dura que uno pueda imaginar, no es que de pequeños hayan llevado la peor vida posible. No es eso. Es mucho peor que eso», explica Chema, el artífice de un proyecto que nació rodeado de interrogantes.




 

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