En mi Mundo, En tu Mundo

Si le dicen que recoja la mesa, va y la levanta del suelo porque interpreta las palabras al pie de la letra. No capta que su madre está enojada cuando frunce el ceño, tampoco que está contenta si muestra una sonrisa de oreja a oreja. 

Para un niño con Asperger, los gestos son muecas y las emociones ajenas, un terreno indescifrable. Y en su mundo, las convenciones sociales carecen de sentido; de ahí que no entienda por qué tiene que esperar su turno para tirarse del tobogán o cuál es el problema de decirle “gorda fea” a una compañera en su propia cara.

Pautas que todo el mundo aprende instintivamente, para él son desconocidas. Por eso le cuesta horrores relacionarse con sus pares. Aunque se muera de ganas, su empobrecida o nula habilidad social le impide jugar y compartir con otros pequeños. 


Esa es la dificultad más grande para un niño con Asperger, un síndrome relativamente nuevo que se ubica en el extremo más funcional de los trastornos del espectro autista, o trastornos generalizados del desarrollo. 

A diferencia del autista más severo, que se hamaca y no habla, el Asperger no presenta dificultades intelectuales ni mayor retardo en el lenguaje. Pero sí tiene un serio problema para vincularse. “Si yo me puedo poner en los zapatos de otro e interpretar lo que está pensando, voy a tener mejor habilidad social. 

La empatía es clave y en estos niños falla”, asegura el neuropediatra Gabriel González. Encontrar la mejor oportunidad para saludar, saber qué es adecuado en cierto contexto y qué no, decodificar si el otro tiene ganas de seguir escuchando o ya se aburrió, aprender los códigos de determinado grupo; todo esto es chino básico para un Asperger. También lo es la ironía, el humor negro y el doble sentido. Si el padre le dice que muere de calor, es capaz de considerar esa consecuencia.

De la página : http://www.paula.com.uy/nota/planeta-asperger_1
 

 

©2009Feliz Autismo | by TNB